Todo este hilo narrativo perruno está envuelto en un impecable y acogedor sonido. Pop acústico o en términos más de moda en la actualidad: folk o americana. Las influencias son claras: Bon Iver, Damien Jurado, Damien rice o los míticos Jeff Buckley o Nick Drake... casi nada... Pero tampoco os penseis que TSP son un grupo exclusivo para los amantes de estas referencias delicatessen. Cualquiera con dos dedos de (buen) gusto podrá disfrutar de las canciones de los santanderinos, ya que estas te abrigan cuando empieza a bajar la temperatura ambiente, te pellizcan cuando empiezas a cerrar los ojos y te van poco a poco llevando a su terreno para acabar enamorándote.
Las canciones están construidas desde lo más básico y delicado. En la base aparecen las melancólicas guitarras acústicas a las que según el tema se van añadiendo la voz de Javi, la de Gema o ambas a la vez, para a continuación dar entrada al teclado de Roberto, al sublime violín de Luisa o a ambos. Con este patrón están cortadas la mayoría de las canciones : la conmovedora y esotérica "Motherles"", la fábula oscura de "The fearless song", la instrumental "Lluvia", la nebulosa y bucólica "Gettin´ high", el pop delicado e hipnótico de "The storm" o la íntima y narcótica "The line in between".
Para quien piense que quizás hasta ahora los ingredientes de este disco estén faltos de vitaminas y azucarados en exceso pueden dedicar unos minutos a "Rusty Sweet Bones" (LLuvia soñando retozar con Mister bones) con un juguetón ritmo del contrabajo de Tomás o "Red" un tema más abrasivo y tórrido cercano al country americano.
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